Personas mayores: cómo sentarse bien y en qué silla o sillón
El descanso que se produce al sentarse puede verse anulado por una mala postura, un asiento poco adecuado o un exceso de tiempo en inactividad. En tiempos de confinamiento, esto cobra todavía mayor importancia; por eso queremos repasar las principales pautas que hay que tener en cuenta en la sedestación.
Para las personas mayores un acto tan sencillo y habitual como sentarse en casa tiene implicaciones importantes. El descanso y el beneficio que produce puede verse reducido y hasta anulado por una mala postura, un asiento poco adecuado o un exceso de tiempo en inactividad. En tiempos de confinamiento y con la limitad de movimientos tan limitada, esto cobra todavía mayor importancia; por eso queremos repasar las principales pautas que hay que tener en cuenta en la sedestación.
Posturas de sedestación
Para prevenir complicaciones necesitamos controlar todos los factores de riesgo que pueden condicionar la postura en la persona: su actividad, el tiempo que permanece sentada y el mobiliario que usa.
Al sentarse, el peso corporal se distribuye y transfiere al suelo y al asiento, y dependiendo del tipo de silla a puntos como el reposabrazos. Hay tres tipos de posturas dependiendo la posición de la columna y la pelvis:
La postura anterior es la que se utiliza cuando se trabaja sentado/ frente a una mesa, generalmente sin usar el respaldo. El objeto de atención se sitúa por debajo de la línea horizontal de visión.
La postura media es la que el objeto de atención se sitúa en la línea horizontal de visión. Es la más común para sentarse a comer
La postura posterior es la que se utiliza para descansar o hacer tareas sin mesa, con la espalda apoyada en el respaldo. El objeto de atención se sitúa por encima de la línea horizontal de visión. Cuanto más inclinado está el respaldo, más peso se transfiere a la espalda y necesitará un apoyo en la nuca.
En el ámbito sanitario se considera que la más adecuada es la postura erguida, con cierto grado de lordosis lumbar, pero es difícil mantenerla durante mucho tiempo sin ayuda del mobiliario, ya que da lugar a pérdida del confort y fatiga. Lo habitual es cambiar regularmente de postura para mayor comodidad.
Considerando el peso, la estatura y las habilidades de la persona para mantenerse sentada, la postura corporal más favorable es la que aporta comodidad y previene la fatiga local de la musculatura que sostiene al cuerpo. Se puede lograr haciendo que el peso se distribuya igualmente en ambos lados del cuerpo.
personas mayores; como sentarse en casa y en que silla
Sentarse no más de 30-40m seguidos
Al sentarse se evita la fatiga, se descargan las articulaciones de las piernas y disminuye la presión en la circulación venosa. Pero permanecer sentado o sentada puede resultar poco saludable si se mantiene muchas horas seguidas.
Entre sus efectos negativos están los ocasionados por la relajación de la postura. La persona se hunde en el asiento y el peso se carga directamente en la columna y la pelvis, convirtiendo la curvatura de la columna en forma de S en una C. Esto produce fatiga muscular en el cuello y la cintura. También produce compresión la cavidad torácica y abdominal, perjudicando respiración; provoca falta de irrigación sanguínea, con la consecuente aparición de úlceras debidas a la presión. Así como rigidez por la falta de contracción muscular y falta de tono físico.
Para evitarlo, el tiempo de permanencia en posición sentada no debe ser mayor de 30 o 40 minutos y, como mínimo, en dos ocasiones es necesario que la persona se mueva levantando las nalgas del asiento o cambiando la postura. Esto hace que se active la circulación y se prevenga la aparición de zonas de presión en sacro, caderas, muslos, pantorrillas o talones.
Sentarse en la silla o sillón adecuado
Es muy frecuente que la persona mayor se siente en posiciones inadecuadas (anterior o posterior) debido a que no cuenta con mobiliario adaptado a sus condiciones físicas.
A nivel general, el asiento debe reunir una serie de características: tener un tamaño adecuado a la persona usuaria, ofrecer un apoyo estable y óptima distribución de las presiones y facilitar a persona la acción de levantarse. Debe permitir adoptar la postura correcta al sentarse (con un cierto grado de lordosis sin esfuerzo muscular). Y también se debe poder cambiar la posición de brazos, tronco y piernas durante el tiempo que permanece sentada. Además de otras consideraciones como la facilidad de transporte, la fácil limpieza y permitir el acceso de quien asiste a la persona mayor.
El respaldo debe proporcionar un buen soporte a los hombros y la espalda, para que resulte cómodo. En los sillones de descanso es conveniente que el respaldo sea lo suficientemente alto como para apoyar la cabeza. Lo contrario puede resultar incómodo y la persona puede no usar el respaldo o hacerlo de manera inadecuada.
El asiento debe ser tener la altura, profundidad e inclinación adecuadas a las medidas de la persona usuaria. La persona tiene que poder sentarse hasta el fondo con los pies completamente apoyados en el suelo y mover las piernas por debajo y por delante de la silla. Es muy importante que el espacio de debajo del asiento esté libre para que el usuario pueda situar sus pies de una manera apropiada para facilitar la incorporación. El ángulo entre el respaldo y el asiento debe ser obtuso. Si el asiento es muy profundo la persona terminará hundiéndose y si es muy alto tenderá a sentarse en la parte delantera del asiento, lo que favorece la aparición de sensación de hormigueo en los pies por irritación nerviosa.
Es conveniente que tenga reposabrazos para facilitar levantarse y sentarse del asiento. Con la altura adecuada para que los brazos descansen, sin que la posición de los hombros se eleve o descienda, ya que esto implicaría a una mala postura en todo el tronco. Y una longitud que permita que los brazos sobresalgan un poco para ayudar a la incorporación. Si el usuario necesita ayuda para transferirse, deberá disponer de unos reposabrazos abatibles.
En cuanto al material, es importante que no impida la transpiración y sea fácil de limpiar. El acolchado del respaldo, el asiento y el reposabrazos debe ser firme y cómodo, favorecer la redistribución de las presiones para evitar problemas circulatorios y facilitar la entrada y salida del asiento.
*Fuente: «Guía de corrección postural, prevención de la inmovilidad y fomento de la actividad física en personas mayores con demencia» editada por el Imserso.